La noche del viernes marca el regreso de Alejandra Álvarez a la televisión, luego de años alejada de las cámaras.
La exfigura de la farándula será parte del programa “Only Fama”, donde abordará un episodio doloroso en su vida: cuando fue víctima de “pornografía de venganza” tras la filtración de fotos íntimas suyas por parte de Pamela Díaz, sin su consentimiento, durante una conferencia de prensa.
En la previa del programa, Álvarez expresó que su retorno es para hablar de la violencia de género que sufrió. Por su parte, Pamela Díaz fue consultada sobre el hecho y reconoció haber perdido un juicio, lo que la obligó a pagar una indemnización de un millón doscientos mil pesos a una institución.
Si bien asumió la responsabilidad, justificó sus acciones como una defensa hacia su hija, ya que, según ella, Álvarez se había referido a la menor mencionándola por nombre y apellido.
Díaz explicó que en ese tiempo sentía la necesidad de defenderse de ataques constantes y que el ambiente la empujó a reaccionar con dureza. Aunque reconoció que no repetiría la acción, dijo no tener un nuevo mea culpa: “ya lo hice, ya fui a juicio”, afirmó, restándole importancia al daño causado y dejando en claro que su relación con Álvarez no ha mejorado.
Consultada sobre si pediría disculpas, Díaz señaló que ya lo hizo a través del proceso legal y que, en su opinión, el caso no terminó en condena porque las leyes chilenas son básicas frente a este tipo de delitos. Además, comparó su situación con la de otras figuras públicas que también han vivido filtraciones de contenido íntimo.
En cuanto a la participación de Álvarez en el programa, Pamela fue crítica y la acusó de lucrar con su historia, tanto ahora como hace 18 años. Sostuvo que si realmente le afectara el tema, no se prestaría para revivirlo públicamente en televisión, y recordó que en su momento fue el programa “Primer Plano” el que difundió muchas más fotos de las que ella había mostrado.
Cabe destacar que la “pornografía de venganza”, según la organización estadounidense RAINN, consiste en compartir imágenes íntimas sin consentimiento, usualmente con fines de venganza o chantaje. A pesar del nombre, no es pornografía real, ya que esta última implica la participación consciente y voluntaria de los involucrados. La práctica, por el contrario, constituye un tipo de abuso sexual facilitado por la tecnología.