La panelista abordó sin filtros la entrevista de su hermano en Primer Plano, confirmó su estrecha relación con Ludmila Ksenofontova y expuso episodios que marcaron el quiebre matrimonial.
Carla Ballero se refirió en profundidad a la entrevista que su hermano Álvaro Ballero dio en Primer Plano, donde habló abiertamente de su separación con Ludmila Ksenofontova, dejando al descubierto un proceso personal cargado de emociones.
La comunicadora aseguró que mantiene una relación muy cercana con Ludmila, vínculo que le ha permitido acompañarla, contenerla y seguir siendo parte activa de su círculo familiar, incluso después del quiebre.
En conversación con LUN, Carla fue categórica al señalar que la familia siempre supo los motivos de la separación, aunque evitó intervenir directamente para no agravar la situación. “Lloré toda la entrevista, me emociona mucho verlo sufrir”, confesó.
Aun así, reconoció que el dolor forma parte del proceso. “Pagaría por quitarle el sufrimiento, pero no puedo. Es parte de su crecimiento personal”, afirmó, dejando en claro que la ruptura fue una experiencia transformadora para Álvaro.
Ballero también explicó que, pese a tener siempre una opinión clara sobre la relación, intervenir en una pareja ajena suele traer consecuencias negativas. “Cuando uno se mete, el que termina mal es uno”, señaló con franqueza.
Respecto al presente de Ludmila, Carla aseguró que ella se encuentra tranquila y en paz, aclarando que eso no significa falta de amor, sino la necesidad de estabilidad emocional. “Uno está bien y el otro en proceso”, resumió.
La panelista fue tajante al referirse a los consejos externos que recibió su hermano, los que habrían intensificado sus episodios de celos. “Esos amigos no eran amigos del matrimonio”, sostuvo, recalcando que Álvaro siempre supo que Ludmila jamás le sería infiel.
Finalmente, Carla cerró con una reflexión contundente: “Vi sus crisis de celos y no se las acepté”, asegurando que fueron sus propios demonios y no algo real, y dejando claro que nadie que lo ama se las permitió, marcando un límite firme frente a la situación.
